3/16/2006

QUE BONITO ES EL MAR!!

Cuando tengo la oportunidad, me voy a algún lugar donde pueda ver el mar. Me siento en la arena, aunque esté mojada, y miro fijamente al horizonte hasta donde la vista se pierde, dejas de pensar y solo te dedicas a mirar, a ver las olas como vienen y van, el colorido tan bonito del reflejo que hace el sol en él, cuando amacene, al atardecer o al anochecer, aunque el dia esté triste, cada momento tiene su explendor. A veces está en calma y otras embrabecido, parece que esté enojado consigo mismo, pues en el vaiven de las olas se nota lo enfadado que está, con qué fuerza las acerca a la orilla!, qué grandes son!, como si nos quisiera tragar.
Allí paso horas y horas, no puedo dejar de mirar, hasta parece que el tiempo se pare y no exista nadie mas; de pronto oyes voces !Sacri, Sacri, vamos ya!, es la familia que te viene a buscar y vuelves a la realidad, pero consigues llevarte dentro de tu corazón la Paz que te ha regalado el MAR!!.


!Mi corazón late,
late mirando al mar
porqu me lo robó del alma
con rabia y crueldad.
Mirando hacia el horizonte,
las olas que vienen y van,
me llenó mi vida entera
de calma y felicidad.
Tengo que darle las gracias
pues él, me quitó ese mal
con sus bonitos colores
y su alegre despertar!.

3 comentarios:

Carmen dijo...

El mar sin tiempo y sin espacio nos acaricia con sus olas comprensivas.
Su soledad es tan inmensa que se confunde con sus aguas infinitas.
Nadie lo habita, ni lo surca; nadie lo llama, ni lo escucha, ni lo mira.
Vive desnudo como el alma, con su profunda inmensidad por compañía.
No hay bienvenidas en sus puertos; ni en sus obscuros malecones despedidas.
Tanto las playas que desea como las playas que abandona están vacías.
Mudas están sus caracolas, y ya no alumbran sus estrellas submarinas.
De los veleros que lo amaron apenas hay reminiscencias imprecisas.
La tierra ignora nuestras dudas y el firmamento nuestras largas agonías.
Sólo este mar que nos comprende puede medir la soledad de nuestras vidas.
El mar inunda nuestros ojos con la ternura temblorosa de sus aguas.
Y nos contempla largamente con la dulzura elemental de su mirada.
El poderoso sentimiento del mar sin fin tiene un momento forma humana.
Y entre las aguas invasoras nuestra emoción es más profunda y más amarga.
Para el dolor alternativo de las mareas nuestro ser es una playa.
De nuestras venas son las olas que se suceden en las costas más lejanas.
Algo más grande que nosotros está despierto en nuestra voz abandonada.
Una pasión de carne y hueso tiembla en el pulso de las olas solitarias.
Manos de viento nos golpean el corazón y nos oprimen la garganta.
Sólo este mar que nos contempla sabe medir la soledad de nuestras lágrimas.

El mar escucha sin descanso la silenciosa confesión de los recuerdos.
Una emoción incontenible, pero sin voz, sube del fondo de su pecho.
Donde las aguas son profundas como la muerte y el amor, hay un velero.
Bajo las olas pensativas el gran navío de la infancia está durmiendo.
En el abismo es su dulzura como un violín abandonado en un desierto.
Nido en el bosque tenebroso, llanto infantil en un camino solo y negro.
Su cuerpo mudo y solitario vive la vida de las flores y los ciegos.
Por lo callado y por lo solo parece un alma ensimismada en vez de un cuerpo.
Para su amor interminable todos los puertos de la tierra son pequeños.
Sólo este mar que nos escucha puede medir la soledad de nuestros sueños.

El mar pregunta por nosotros en el lenguaje de sus olas más obscuras.
(De tan sombrías, ni siquiera tienen la gracia luminosa de la espuma.)
Profundos son sus ojos negros, pero su voz es todavía más profunda.
Es necesario haber sufrido sin compasión para saber lo que murmura.
Las olas vienen de muy lejos a descansar en nuestro ser, una por una.
Vienen sin restos de naufragios y bajo cielos sin estrellas y sin luna.
No vieron islas encantadas, ni blancas velas, ni gaviotas vagabundas.
Desierto igual es imposible fuera del ser por quien suspiran y preguntan.
Sobre las olas desoladas el firmamento está distante como nunca.
Sólo este mar que nos invoca puede medir la soledad de nuestra angustia.

El mar sin rumbo y sin amparo busca refugio silencioso en nuestra frente.
Y el movimiento de las olas infatigables se apacigua lentamente.
Sobre las aguas angustiosas una quietud espiritual dicta sus leyes.
La eternidad las tranquiliza con la virtud maravillosa de su aceite.
En las tinieblas infinitas un gran misterio abre las alas para siempre.
Y en el abismo solitario todas las formas del olvido están presentes.
En vez de voces hay silencio, y aterradora soledad en vez de seres.
Donde hubo pájaros hay viento, y obscuridad y obscuridad donde hubo peces.
Nuestro dolor y el de las aguas están unidos en la paz de las rompientes.
Sólo este mar que nos conoce puede medir la soledad de nuestra mente.
FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ
El mar

ZenyZero dijo...

El mar es un ser vivo en el que vivo, porque no puedo sustraerme de su fuerza, de su energía y de su color hipnotizante. El mar es un ser con voluntad y de tanto robarnos la nuestra se ha hecho dueño de la tierra. El mar es un ser con cara, brazos, piernas y sexo y de tanto quererlo me he deshecho en deseos.
El mar es poesía, un cuento de hadas, una leyenda, mitología, es la tierra de la tierra donde nace la harmonía. El mar es más grance que nosotros, nos hace pequeños ante su inmensidad. El mar es el camino hacia el horizonte y hacia el cielo.

El mar es el principio y el fin y ser vivo maravilloso.
¡Qué suerte tenemos! Tenemos suerte los que le queremos.

Un abrazo.

Sacri dijo...

Sentado en esta rocas, mar, te escucho, no estiendo tus palabras pero adivino a ciegas que algo quieres decirme mas no puedes llevarme adonde yo quisiera.